lunes, 6 de julio de 2009

Capitulo cuatro El Camino tiene piedras

“Debí venir...debí regresar a lo preciso...a la vida misma,
debí llegar antes de que te fueras para siempre...,
y es que no te vi al inicio de mis días,
no conjugue contigo mis anhelos ni mis tiempos.
Cabalgue solitario en mi tristeza, sin llamarte, como debí haberte llamado,
Te vi siempre entre fantasmas -los que nunca me dejaron-
flotabas entre música y recuerdos que morían y delataban amargura,
te vi llegar entre pasos que sabían a ternura...a caricias de sabanas azules.”


Con todo acuesta los pasos del vagabundo se hacían lentos y apenas comenzaba la travesía. No era el cansancio de la marcha, sino de todo lo que arrastraba. Ahora me doy cuenta que mucho bagaje nos adjudicamos y nos pasamos quejando de lo que la vida nos da. Queremos los caminos asfaltados, rectos y sin desperfectos para poder transitar en ellos. Cuando no lo está le echamos la culpa a terceros por no complacernos. La vida la queremos como los camino y así no se puede.

“Así, mientras espero...
Dejo correr las horas frescas de un desvelo,
la inmensidad de este cielo sin tu aroma,
me dejo oír la música que no siento en mis latidos”

Y esas voces que aun retumban en la memoria que pesar del tiempo y la distancia continúa allí. En ese preciso lugar donde no se quieren porque no permiten ver el camino como se quiere ver. Sin embargo, no sé, se me hace que el recorrido es menos pesado. En algún lugar leí que la vida aumenta y disminuye con el movimiento ondulante del sistema solar (ja, no sé para qué carajo me sirve esta información ahora) pero se me ocurre pensar que quizás por eso los caminos no se perfectos, suben y bajan, rectas y curvas, baches y piedras, precisamente para eso darnos o quitarnos la vida. Todo tiene que tener uno ciclo do tiene que tener uno ciclo. La miseria no puede ser eterna, palabras con luz del Vagabundo.
Son las palabras que uno dice en ese trayecto que realmente forman el camino. Que muchas cosas se dicen, que si se pudieran las revertiría pero ya son piedras que al caminar se pisan y te hieren. No haya nada peor que pies sangrantes, ups perdón después del corazón.


No me iré sin ti,
cerrare mis manos a la vida.
me untare de ti y de tus ríos
y bañare mi rostro de cenizas.

Con el tiempo acuesta en el largo recorrido, me quedan grabadas las voces pueblerinas. Como decía mi amigo Juan


“Voy conmigo,con mi mochila,con mi sombra,con mi silencioy mi soledad.
Con mis pies,con mi cabezay con mi alma.
Voy conmigoy mis pasosme huelena libertad.”

Ya estamos claro, que el rumbo del vagabundo incierto, con el camino lleno de piedras lo lleva a donde quiere. El Camino son tus pies y tu mochila, tu corazón y tu alma, tus pensamientos, tu cabeza y tus amigos

“Y heme aquí, en ventana nocturna,
en el rojo brillante de un atardecer lejano
heme aquí en grito descansado,esperando en espejos...esperando en colores y distancias

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