lunes, 6 de julio de 2009

Capitulo Tres El Rumbo

Corazones rotos no tienen rumbo, eso decía Adán haciendo un esfuerzo horrible de no voltear la cabeza. Con pasos agitados no pensaba, solo escuchaba ese eco de palabras sin sentido, que solo se entendía por aquel que amo sin razón.

“soy la negra nochede un amanecersin rumbola orillade un barco a la derivade un consuelono vividode una horano llegadala que nunca terminaen su recorridola que se encierra
en sus oídospara no hablarsoy la locurade mi propia vida
aún cuando no existaen la concienciade aquellosque mordieronalguna vezmi muerte” (ERF)

Quítame Dios mío, esas voces!!! - Se oía al vagabundo en el camino Quiero encontrar mi rumbo. En realidad no sé porque pienso eso, no quiero que el lector confunda que buscar el camino a seguir no es igual a tener una meta en la vida. Qué bien al menos encontró algo para desviar su pensamiento. Ahora mientras caminaba debatiría la diferencia, semántica lógica, racional y científica. Nada de sentimientos que de nada le servían. – “Puñeta este sol quema, se olvido del protector solar- aun estas a tiempo, la voz le decía” - retomamos la materia, callemos esas voces.

Sin entrar a mucha discusión que a nadie le importa, las metas eran ella, pero ya no existen. Tan solo encontrar un camino que me lleve a donde quiero, eso será mi rumbo. Paso a paso buscar las veredas que me alejen de este dolor, la paz, estar tranquilo… como los muertos.
“mi lengua atravesada
y desnudase desquitaviajando a los caminosde tus desiertos”

De nuevo las voces me acorralan, debo hacer silencio. El camino es largo - Adán, aun se aferra a su identidad pero ya reconoce que deberá perderla ese camino. Sabe que cuando eso ocurra las voces se irán, no quedara ni un susurro, ni recuerdos y encontrara el rumbo. Las voces conforme le recuerdan,

“te admiroen el silencio, en lo negro en mi soledad “

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